lunes, 29 de diciembre de 2014

Mirando tiempo

Ya habían cambiado las hojas de color, crujían, volaban, hacía frío, se vislumbraba el sol. Si las pisaba crujían, si las guardaba en un libro siempre estaban intactas. Sin embargo, no todas caían de la misma manera. Algunas formaban un piso nuevo en el parque, otras simplemente se rompían o desaparecían.  
Las veía desde la ventana y pensaba todo lo que podía hacer una simple estación, cuantas acciones en un pequeño momento. La estación y la acción terminan para empezar otra, para volverse otra, para cambiar. 
Todo siempre toma otra forma y casi todo es una decisión, así pensaba Martín. Un pibe que estudia, trabaja, sale con sus amigos, sencillo, observador, callado y ama la fotografía. 
Le gusta retratar momentos, le gusta mirar algo más, compartir, mostrar algo más. Mostrando el crack de las hojas quiere abrir otros ojos y cambiar mentes estacionadas para que se vuelvan mentes de estación. 
Es la forma de mirar lo que nos hace pensar y actuar, es la forma en la que Martín busca contar una historia, un suceso, un encuentro, un cambio, es un momento para compartir y que se quede registrado en nuestros sentidos. 
Observar las cosas hacen que se queden en alguna parte, retratarlas las mantiene en otro espacio. Ambos son eternos y diferentes para cada uno que las contemple.
Todos actuamos de diferente manera, todo el tiempo somos estación. Para Martín mirar es la forma de mostrar que el tiempo no es finito sino que puede ser infinito y como decía Cortazar: "Entre las muchas formas de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías."






viernes, 6 de junio de 2014

Palermo, protagonista de génesis

Palermo, protagonista de génesis
Amanece en el Rosedal. Muchos vecinos se calzan sus zapatillas deportivas para llevar adelante su rutina física diaria. Trotan, toman mucho líquido, escuchan música con sus ipods y se aíslan de la realidad circundante.  Sin embargo, quién diría que este escenario es tan diferente cuando cae el sol. Tres autos en fila india avanzan de manera pausada con las luces bajas. Mujeres de cuerpos imponentes se acercan a los conductores para ofrecerles servicios sexuales. El tiempo pasa, las agujas del reloj avanzan, vuelve a amanecer y los cultores de la vida sana y el entrenamiento físico se preparan para una nueva jornada. Dos realidades en un espacio que la clase política de fines del siglo xix pensó para el solaz de la aristocracia porteña, con el fin de borrar de la memoria histórica todo signo de barbarie encarnado en la figura de Don Juan Manuel de Rosas, quien bautizara estas tierras con el patronímico San Benito de Palermo y residiera en ellas hasta la derrota de la batalla de Caseros.
A pesar de las múltiples transformaciones que el barrio sufrió, la disputa entre civilización y barbarie permanece vigente desde su fundación. Esta dicotomía se hace presente en uno de los exponentes literarios del país y vecino de Palermo: Jorge Luis Borges. En muchos de sus poemas, como Luna de enfrente, Fervor de Buenos Aires, Fundación mítica de Buenos Aires, el escritor da cuenta de la presencia de esta tensión en las transformaciones que fue sufriendo el barrio que lo vio nacer y que hoy en día se hacen presente en lugares como: La estación Pacifico. Allí Rubén, dueño del puesto de café y medialunas, trabaja hasta el cansancio. Sus ojos son testigos de las valijas que van y vienen, de las corridas, de las puteadas, de las despedidas, del mal humor, del mal servicio del tren, de la mugre, de las ratas que se esconden debajo del andén, de llantos interminables de bebés, del calor, del frío, de los robos, de la desigualdad. Si, la desigualdad. No es lo mismo el hombre de traje que se baja en Retiro para ir a una multinacional que el que se baja para trabajar en una pavimentación en la calle Ramos Mejía. Rubén, dice que es difícil trabajar en Palermo, conviven en aquella estación muchas realidades, historias, mundos diferentes. “Salgo de acá y me voy a tomar el subte para llegar a casa. Me bajo en el Shopping y ahí no ves a los pungas de acá. La noche acá es jodida, hay que mirar para todos lados”.
En contra posición, cuando cae el sol en Plaza Serrano ubicada en Borges y Thames, todo es cool, relajado, también hay inmigrantes pero europeos, after office, música electrónica, tragos, tiendas de ropa. Le dicen Palermo Soho. Esto se debe al boom inmobiliario que vive el barrio hace más de diez años, así lo confirma Mirtha vecina histórica. “Vivó acá hace más de 30 años. Cambio mucho el barrio. Antes todo era más tranquilo, ahora a la noche están los jóvenes que van a bailar. No para de haber constructoras, departamentos en venta. Se puso de moda Palermo. A mi me gusta, está más lindo, más moderno. A mi marido no, es más chapado a la antigua. El es de los bares clásicos, de la plaza con amigos. El no se adapta a los cambios.”
El barrio parece un camaleón, cambia de color, de forma, dependiendo de quien lo mire y de donde se lo transite. La cultura, la moda, lo barrial, están siempre presentes. Aunque ahora hay algo nuevo: La conciencia ecológica. Varios vecinos decidieron ponerse en sintonía con la onda verde y ahora separan sus residuos en diferentes containers para que sean llevados a una planta recicladora. De este trabajo se encarga Cristina Lazcano, una de las fundadoras de la cooperativa de reciclaje el Ceibo, ubicada en Uriarte y Paraguay. Todos los días recorre diferentes manzanas del barrio por la mañana y la tarde, en busca de cartones, papeles, plásticos y alimentos biodegradables. Con esto se gana unos mangos y le puede pagar a su hija las clases particulares de matemática.
Palermo supo ser la cuna de diferentes personalidades destacadas de nuestro país, entre ellas Ernesto Che Guevara, el ya nombrado Jorge Luis Borges y el poeta Evaristo Carriego. Nació en 1883 en la ciudad de Paraná, escribió “Misas Herejes”, “Los que pasan”. Tiempo después se muda a la capital federal, al barrio de Palermo. Este lugar, marco gran parte de su vida ya que escribió La canción del barrio, en el que pinta el Palermo de principios de siglo XX. Falleció en su casa  en 1912 y desde ese entonces fue declarada patrimonio histórico cultural
Hace unos meses el Gobierno de la Ciudad de Buenos dio la orden de demoler su casa, ubicada en Honduras 3784.Diferentes vecinos se manifestaron en contra y  por el momento logaron suspender  el derrumbe de la casa de la poesía. 
Sin embargo, los vecinos más ‘nuevos’ están sumergidos en otros mundos, como la moda emergente, los miles de locales de ropa, bares cool, teatros, clases de español para turistas. Estas actividades están desplegadas en las calles Nicaragua, Guatemala, Costa Rica y Gurruchaga.
Cómo no va a ser un barrio tan diverso si es uno de los más grandes de toda la Capital Federal.  También es llamado Comuna 14 y posee una extensión de  15 kilometros cuadrados y viven 225.245 habitantes. En toda esa superficie, se encuentran bares con historia como Varela Varelita, ubicado en Scalabrini Ortiz y Paraguay. Este mítico lugar ha sido protagonista durante muchos años de los encuentros que mantenía con amigos el ex vicepresidente Carlos Cacho Álvarez. Rodolfo, uno de los mozos más viejos cuenta que Varela Varelita, es un lugar simple, agradable, ideal para encuentros distendidos. “Ahora hay mil Palermos, nosotros seguimos siendo el viejo barrio, el fútbol, las picadas con amigos y un buen sanguche de lomito. Acá no hay sushi y comida light.”
A la hora de poner límites geográficos es muy difícil. Si lo hiciéramos desde un punto de vista sociológico, serían muy dispares teniendo en cuenta el punto de vista de cada uno. La manzana que comprende las calles, Gurruchaga, Borges, Thames, Uriarte y Santa fe es según las inmobiliarias ‘Palermo Soho’  y los alquileres son  de los más caros. En esa misma zona, donde todo parece pro , también están los y pibes que piden monedas para poder comprar una bolsa de paco y consumirla en Plaza Italia. Los viejos feriantes de libros de la plaza, notan los cambios y la gran mayoría se va por que no logra trabajar con tranquilidad. Liliana, dueña del puesto 208, intento varias veces comunicarse con organizaciones sociales para poder ayudar a los chicos en situación de calle. “Es dramático. Se juntan ahí detrás del monumento a Garibaldi a aspirar paco. No comen. No viven. No duermen. Los quiero ayudar, pero no me dejan. Desde que un día me saquearon el puesto me canse. No quiero saber más nada.”
Miles de matices conviven en pequeñas zonas. Hace más 50 años el viejo tranvía que pasaba por la Avenida Santa Fe, murió producto de la urbanización.  Ahora está el Banco de la Nación Argentina, en donde las largas colas son protagonistas. Ni que hablar de los llantos o molestias que nos devuelve el papel que nos da el cajero al introducir la tarjeta de débito.
Si los limites fueran sociales, sería contradictorio establecer una zona ‘clara’ en donde se encuentra un banco, la sociedad rural (SRA) y a pocos metros chicos en situción de calle.  Según la  legislatura porteña el barrio de Palermo está delimitado, por La Pampa, Av. Pte. Figueroa Alcorta, Av. Valentín Alsina, Zabala, Av. Cabildo, Jorge Newbery, Cramer, Av. Dorrego, Av. Córdoba, Mario Bravo, Av. Coronel. Díaz, Av. Gral. Las Heras, Tagle, Vías del Ferrocarril Gral. Bartolomé. Mitre, Av. Jerónimo Salguero, Av. Costanera Rafael Obligado.
La gran mayoría de los vecinos del barrio coincide que un paisaje por excelencia es el Jardín Botánico. Allí, pueden darle de comer a los cientos de gatos que viven allí o caminar largo y tendido sin ver el pavimento gris que los tiene acostumbrados. El Botánico nunca cambio y los vecinos se encargan de cuidarlo del deterioro.
Su historia se remonta a la transformación paisajística  de Palermo que estuvo a cargo del arquitecto y  urbanista francés Carlos Thays, quien consideraba a los espacios públicos como obras de arte. Así en 1898 se inauguró el Jardín Botánico, diseñado por Thays como espacio de representación social, cuidando cada uno de los detalles, combinando follajes, texturas y colores.
            Civilización y barbarie esta en todas partes del barrio de Palermo. Desde la fundación que le dio Rosas, los escritos de Carriego, Sur que escribió Borges, el significado que tiene la Sociedad Rural, el Botánico, los laburantes,  los turistas, la moda. Quizás esa sea su mayor característica. La diversidad, la capacidad de mantener submundos, sin alterase. Cada vecino tiene un pedazo de su cuadra. Son fáciles de identificar los que van a comprar facturas los domingos, los que van a tomar un café a Varela Varelita, los que van al almacén, a los hiper mercados y los que les dan de comer a los gatos ¿Cómo es posible que unas cuadras nos marquen un limite? ¿Es el espacio fisico el que lo determina? Son los vecinos los que ponen los límites. Sus actitudes, su educación, lamentablemente a veces su color de piel. Ponen barreras y lo único que cruzan son miradas despectivas. Ruben no va a ir a comer sushi, se queda con el arroz con pollo que hace su mujer. Mirtha no va a dejar de ir a tomar el té con sus amigas. Liliana no va a dejar de trabajar. Ellos son tan sólo unas personas, nombres, pero seguramente hay muchos más, historias que son las protagonistas de está génesis que convive en Palermo. Los sub mundos.
            Para la generación del 80, Rosas era la barbarie y la civilización  era el progreso. ¿Quién será ahora la barbarie y la civilización?





viernes, 2 de mayo de 2014

Sentimiento en perspectiva

Pasa el tiempo, las estaciones, los caminos, los mensajes, los recuerdos, los pensamientos, las noches sin dormir pero algunas cosas quedan y muchas veces son las ganas, las no acciones y sobre todo los sentimientos. ¿Cuándo se terminan? Realmente no podría darles un inicio o final preciso, siento que pasa sin darnos cuenta. Me preocupan más los finales por que aunque se cierre el libro, la historia en nuestra cabeza sigue. Siempre hay algo que va más alla... La fuerza de las palabras, de los actos es maravillosa y muchas veces difícil de entender o asimilar. 
Me preocupa el transitar y cómo transitar el sentimiento, si lo veo en perspectiva lo veo finito, chiquito, pero ahí está, inamovible, como si fuera un nuevo ser en mi cuerpo. Lo puedo negar, lo puedo ocultar. La "desgracia" es que no lo puedo disfrutar porque es dolor y de lo contrario lo padezco. Caso contrario al amor. Aunque en el amor conviven todos los sentimientos y a veces habría que ponerse en perspectiva a los sentimientos y no ellos en perspectiva a nosotros. El último abrazo será el día que te deje de soñar, pensar y sentir. Y no lo veo de inmediato. Es verdad no hay que forzarse pero tampoco esta bueno vivir bajo presión. Los sentimientos van y vienen. Cuándo los tenemos impregnados en la piel es difícil borrar cualquier sensación y creo que cuando están lejos son un aprendizaje. Quizás deje de ser dolor, quizás no cicatrice, quizás me equivoque. Sentir nos hace más vivos. Ojala que ese punto de fuga gris se vuelva una perspectiva de felicidad. Si hay ganas de cambiar, nosotros  podemos ser el punto perspectiva. Disfrutar el momento y cuando haya que pasar el dolor hagamoslo, es un puente que hay  transitar para llegar a quien dice estar feliz. Es eso, perspectiva de un sentimiento. 

jueves, 10 de abril de 2014

Pulsera o no


La buscaba por cualquier parte, en los rincones, en los cajones, debajo de la cama. Miraba con atención todo lo que la rodeaba, esperaba encontrar lo que tanto buscaba: Su pulsera de la suerte. 
            Jazmín era bastante despistada, no era la primera vez que extraviaba algo, pero esto era distinto. La perdida de la pulsera, la inquietaba, la preocupaba, incluso la angustiaba. La cuidaba como oro en polvo. Se la había regalado su madrina cuando tenía 10 años.
Jazmín sostenía que en todo momento le daba suerte, decía que con ella había logrado ingresar al instituto de artes dramáticas, aprobar exámenes y lograr cualquier cosa que tuviera en mente. Asimismo, afirmaba que el día que se la olvidaba pasaban cosas malas, como aquel día que se le rompió la llave del edificio y tuvo que esperar al cerrajero 8 horas, ya que era feriado.
Cada día que pasaba era eterno, no la encontraba, dudaba, pensaba, buscaba y no había ningún rastro de ella, era como si nunca hubiera existido. La invadían los recuerdos, era como otra extensión de su cuerpo, le era imprescindible. Para muchos era exagerada, pero Jazmín hablaba de ella como si fuera un ser humano de carne y hueso.

            En el único lugar que no había buscado era en sus ojos. Si, sus ojos. Eran su fuente de recuerdos, en ellos  se traslucía su mundo, sus sueños, sus miedos, su vida. Jazmín decidió mirarse al espejo y buscar, buscarse, indagar, investigar. Ahí estaba, en una vieja mesa de algarrobo, al lado del velador. La estaba por agarrar pero de pronto todo se hizo difuso,  sus ojos se tornaron grises, era como si se hubiese perdido en el caleidoscopio de la vida, en una ilusión, en un oasis o desierto de recuerdos.  Jazmín pensaba que todo lo que ella quería con el corazón era eterno, descubrió que para volver a ver no era necesario encontrar a la pulsera, sino contemplar un mundo nuevo. 

jueves, 6 de febrero de 2014

Ser

Quizás es un poco filosofico, pero cuando nos constituimos como un ser? Si un ser,pleno, en estado puro. Según la real academia española el ser es : " Esencia o naturaleza. Cosa creada, especialmente las dotadas de vida.", "Ser es el atributo filosófico griego que se le adjudica a una entidad capaz de definirse a sí misma frente a un medio capaz." Definirse. Si, definirse, en cada etapa y momento de la vida, siempre cuesta. No es fácil, muchas veces nos resistimos, nos cuestionamos, es parte a veces de un ovillo interminable. Largas noches sin dormir, pensando, imaginando, soñando. Sueños, principios, convicciones, ideales, metas, jugársela, los miedos, las creencias.¿Qué nos hace felices y que nos completa? Eso creo que es parte del ser. Pero sí, una mínima parte. Las frustraciones, las caídas, también son parte del ser. En el momento de plenitud esta elevado, es máximo. Sin embargo, en las miserias no se siente así,todo lo que lo rodea puede ser ruinas o migajas de lo que soñamos, de lo que propusimos. El ser tiende a levantarse, con ayuda del tiempo, los afectos, la alimentación de los sueños, la ambición de un futuro lo llena, lo acompaña, lo serena. A veces nos encontramos dudando como si camináramos después de una tormenta y las benditas baldosas nos salpicaran... Dejan una sensación de enojo, de fastidio. La ropa se seca, las manchas se van. El tiempo pasa, el ser avanza o retrocede. Aunque no siempre lo perciba tiene las herramientas y el escenario donde se encuentre será propicio  o no para librar una única lucha: La de vivir, sobrepasar obstáculos y si se decide soñar y conquistas sus metas. Están los extremos y las contradicciones, por que no existe ni  más puro ni lo más oscuro, buscar un equilibrio no es ser tibio. 
Muchas veces la ambición o los sueños son como la sed, se aplacan cuando ya no están ahí, cuando simplemente tenemos ganas de tomar otra cosa, cuando surge otra necesidad.
Los objetivos  se plasman, con dedicación y esfuerzo, con piedras, con paciencia. La premisa es que más que verlos, es vivirlos. La ansiedad y la ambición, pesan. Cuando no llegan, la incertidumbre aumenta, los miedos también. Dejar todo en stand by con un poco de música es una opción. El ser es inquieto, curioso, contagia.  ¿En que rincón de nuestro esqueleto estarán los sueños? ¿Dónde habrá que buscarlos? No hay adivinos, no hay protagonistas más que nosotros mismos. Nuestro heden quizás sea que el ser que construya su suerte , marque su camino, que tuerza el destino, que se levante. No hay recetas, ni fórmulas mágicas. Es cuestión de preguntar, de amar, de responder, de reir, de aprender, de enseñar, de llorar, de sentir. Cada día  por más mínimo que sea  puede ser un cambio, las huellas pueden ser firmes y cuando no las vea en el andar, que no se preocupe, lograrlo es la meta, la instancia. El futuro es el amanecer eterno que deseamos. Vivamos y sigamos soñando, para ser.
 

martes, 28 de enero de 2014

Diapositivas olvidadas

Constancia. Valor. Ganas. Ir. Venir. Sueños. Cansancio. Rutina. Un buen vino. Fin de semana. Risas. Enojos. Abrazos. Metas. Besos. Estructuras. Alma. Esquemas. Rupturas. Viajes. Revolución. Quilombo. Armonía. Presente. Cambios. Emociones. Futuro. 

Todas esas palabras estaban escritas en su libreta y en una servilleta. Siempre la dejaba en la mesa de luz. Cada año eran palabras diferentes, quizás algunas eran sinónimos, otras no. Aunque siempre todo terminaba en futuro. 
No sabia bien porque las escribía, pero venían a su mente y debía anotarlas. Borraba, tachaba, rompía hojas. Muchas veces no quería que estén allí, en su cabeza. Quería que se fueran, que marchiten, que no la invadan, que no sean niebla, quería no pensar. 
Cada vez que llovía, la invadía una sensación extraña. Se sentaba en la cama, tomaba mate, leía y jugaba con su gato. Miraba al techo, pensando en "Que domingo por la tarde es esto, por dios. Tengo que terminar este informe." Julia trabajaba en una empresa de comunicación que dependía de la ONU. Redactaba sobre los avances socio educativos en américa latina, los nuevos desafíos. 
Prendía un pucho, la ceniza caía sobre un viejo cenicero, la lluvia también, sus pensamientos también. Daba vueltas, escribía, borraba, caracteres mas, menos, el celular que no sonaba, salvo para avisarle que se había ganado un auto. No tenia ganas de escribir, tenia la cabeza en la lluvia.  Mejor salia para el balcón, mojarse un poco no le iba a hacer mal. 
Iba, venia, mate, puchos, tenia los ojos perdidos en algún horizonte. Entro a la casa. Prendió el home theatre, Tom Waits, a laburar.
Termino el bendito informe. Con esas mismas ganas quería dejar de pensar. Con esa misma constancia quería irse de viaje, agarrar la ruta, irse un momento,  escaparse de su propia lluvia. 
No podía concentrarse, ya casi era de noche. Abrió el cajón de la mesa de luz, agarro su libreta. Vio esas palabras escritas, cada una en momentos diferentes. Siguió recordando. 
Risas, las extrañaba,  eran las que salían de su alma, las que eran espontaneas, las que sucedían sin pensarlas, como un mensaje de "Nos vemos hoy?"....
Por un momento su concentración estaba puesta en mirar al cielo, mientras sonaba Divididos. Suena el celular. Mail del trabajo. "Mañana hay asueto, manda igual el informe. Nos vemos. Eduardo." Suspiro. 
Iba a tener un dia entero para contemplar la lluvia o podía hacer otras cosas. El gato la miraba como si estuviera loca. Julia se había puesto a pintar. Agarro los viejos lienzos, los acrílicos, una copa de vino y a fluir. 
Mientras pintaba, se le cruzaban muchas sensaciones, tenia fotografías en su retina, palabras, besos. Sentía que tenia una mente de diapositivas olvidadas. Sin embargo, por un instante miro a su al rededor. Un hermoso caos la acompañaba, se sincronizaron los truenos, siguió con el lienzo que comenzaba a tomar unos colores muy parecidos a los cuadros de Berni.
 Llovizna, recuerdos, música. Risas, momentos que extrañaba. Quería dejar de buscar en su alma, quería algo nuevo, sentir de nuevo. 
Si el  futuro era la lluvia, algo buena iba a traer. Limpieza y claridad. Las oportunidades, la rutina y los cambios, dependían de ella.  Que pinceles debía tomar, cuando y donde. Podía quedar feo, o no. A veces es mejor dejar que llueva, mojarse y seguir pintando otros paisajes. 
Después de una larga y extensa jornada gris, los colores que desprendía el cuadro eran propios de un caleidoscopio. Ahora había que ir por nuevas fotografías en el iris y en la mente de Julia. 




lunes, 20 de enero de 2014

Como si nada hubiera pasado

Habían pasado los años, el tiempo siguió avanzando y ambos tomaron distintos rumbos. Las agujas avanzan, la arena del reloj baja, pero no es para todos igual. Algunos deciden que el tiempo condiciona, otros pretenden comérselo y a veces parece que es como una película que nunca se sabe si es con final feliz....  puede ser lento,estático pero siempre deja algo. Quizás el tiempo sea un ingrediente o un marco de la vida.
Pasado, presente, futuro. No jugaban a aprender tiempo verbales, si no a como la casualidad los involucraba una y otra vez. Se saludan muy cordialmente pero con lejanía tajante de crudo invierno. Aun quedaba algo pendiente. Ambos habían crecido, tenían trabajo, sus vidas no eran las mismas y ellos tampoco. Sin embargo, había algo que no cambio. Las manos de el, si sus manos. Parece extraño, pero ella las miraba con atención, se sorprendía al ver que no habían envejecido, no tenían alguna marca. Estaban intactas. Las manos que alguna vez la abrazaron como el viento y el mar, las mismas que se funcionaron con sus yemas a la hora de tocar la guitarra, las mismas que le sacaron el pelo del rostro y  le secaron las lagrimas, las mismas que alguna vez la llevaron a una pizzeria de Almagro, las mismas que alguna vez la acompañaron a la playa en un eterno e inolvidable amanecer, las mismas manos que en un tiempo atrás le habían dado valor. Hasta que un dia se alejaron, no estaban unidas. Parecía un film de Woody Allen. 
Por un instante todo se había parado, las agujas no avanzaban. Eran sus manos y nada mas. Ella había vuelto al pasado. Decidió volver y seguir charlando, pensando en que regalos comprar para Navidad. Su mente parecía un caleidoscopio del tiempo. 
Pero ahí también estaba el, mirandola, escuchandola. Eligió por un momento, contemplar sus ojos, aquellos que brillaban de felicidad cuando estaba en el rio, aquellos que se volvían turquesas cuando lloraba de dolor y bronca, aquellos que podían mostrarle el mundo, aquellos que un dia prefirieron mirar otra realidad.  
Se escucha el timbre, habían llegado las empanadas. El sonido hizo que se volviera al presente. Ambos estaban distraídos, sincronizados, su reloj de  arena se detuvo para verse y sonreír. Ella suspiro, miro el celular y pensó que hacia ahí. El fue a poner la mesa recordando algún cuento de Borgues que retrata aquella situación. 
Aun les quedaban dudas si el desenlace estaba enclado en el pasado. Parecía que si. Su presente no los encontraba, sus manos no cabían en su tiempo y los ojos de ella estaban en el futuro. 
Se sentaron a comer. Mientras charlaban, confirmaban que habían cambiado, algunas cosas estaban intactas, iban y venían. Sin embargo, ambos habían dado un salto, estaban en otro tiempo, en otra fase. 
Ni sus manos, ni sus ojos, ni los recuerdos, se encontraron. Quizás aprendieron a escuchar los silencios de las agujas que estaban a destiempo. Quizás no. Quizás si. Son dos paseantes de la estación todo pasa, como si no hubiera pasado..