lunes, 20 de enero de 2014

Como si nada hubiera pasado

Habían pasado los años, el tiempo siguió avanzando y ambos tomaron distintos rumbos. Las agujas avanzan, la arena del reloj baja, pero no es para todos igual. Algunos deciden que el tiempo condiciona, otros pretenden comérselo y a veces parece que es como una película que nunca se sabe si es con final feliz....  puede ser lento,estático pero siempre deja algo. Quizás el tiempo sea un ingrediente o un marco de la vida.
Pasado, presente, futuro. No jugaban a aprender tiempo verbales, si no a como la casualidad los involucraba una y otra vez. Se saludan muy cordialmente pero con lejanía tajante de crudo invierno. Aun quedaba algo pendiente. Ambos habían crecido, tenían trabajo, sus vidas no eran las mismas y ellos tampoco. Sin embargo, había algo que no cambio. Las manos de el, si sus manos. Parece extraño, pero ella las miraba con atención, se sorprendía al ver que no habían envejecido, no tenían alguna marca. Estaban intactas. Las manos que alguna vez la abrazaron como el viento y el mar, las mismas que se funcionaron con sus yemas a la hora de tocar la guitarra, las mismas que le sacaron el pelo del rostro y  le secaron las lagrimas, las mismas que alguna vez la llevaron a una pizzeria de Almagro, las mismas que alguna vez la acompañaron a la playa en un eterno e inolvidable amanecer, las mismas manos que en un tiempo atrás le habían dado valor. Hasta que un dia se alejaron, no estaban unidas. Parecía un film de Woody Allen. 
Por un instante todo se había parado, las agujas no avanzaban. Eran sus manos y nada mas. Ella había vuelto al pasado. Decidió volver y seguir charlando, pensando en que regalos comprar para Navidad. Su mente parecía un caleidoscopio del tiempo. 
Pero ahí también estaba el, mirandola, escuchandola. Eligió por un momento, contemplar sus ojos, aquellos que brillaban de felicidad cuando estaba en el rio, aquellos que se volvían turquesas cuando lloraba de dolor y bronca, aquellos que podían mostrarle el mundo, aquellos que un dia prefirieron mirar otra realidad.  
Se escucha el timbre, habían llegado las empanadas. El sonido hizo que se volviera al presente. Ambos estaban distraídos, sincronizados, su reloj de  arena se detuvo para verse y sonreír. Ella suspiro, miro el celular y pensó que hacia ahí. El fue a poner la mesa recordando algún cuento de Borgues que retrata aquella situación. 
Aun les quedaban dudas si el desenlace estaba enclado en el pasado. Parecía que si. Su presente no los encontraba, sus manos no cabían en su tiempo y los ojos de ella estaban en el futuro. 
Se sentaron a comer. Mientras charlaban, confirmaban que habían cambiado, algunas cosas estaban intactas, iban y venían. Sin embargo, ambos habían dado un salto, estaban en otro tiempo, en otra fase. 
Ni sus manos, ni sus ojos, ni los recuerdos, se encontraron. Quizás aprendieron a escuchar los silencios de las agujas que estaban a destiempo. Quizás no. Quizás si. Son dos paseantes de la estación todo pasa, como si no hubiera pasado..  

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