lunes, 6 de julio de 2015

En Palermo, con Dioniso: Encuentro con Guillermo Coppola


*Por Luciana Carolina Gómez* 

Los griegos consideraban a Dioniso el dios del advenimiento, el dios de los misterios y el delirio divino. A nosotros occidentales contemporáneos, este Olímpico nos legó la capacidad de disfrutar la vida es lo que nos hace humanos.
          
 ─ Lo que nunca cambio es la alegría que llevo conmigo, desde el momento que abro los ojos.

Me dice Guillermo Coppola, un Dioniso porteño y contemporáneo, mientras Marta su manicura le hace las manos y los pies. Este ritual hedonista tiene lugar una vez a la semana en el sillón blanco de la sala de estar. Marta tiene desplegado sobre la mesa ratona de vidrio el instrumental. Él extiende su mano derecha, para disfrutar de los ‘mimos’ (en palabras de Guillermo). Uña por uña es cuidada por la espátula que corre la cutícula, la crema las suaviza y las muestra perfectas. Marta termina con una de las manos y antes de comenzar con la otra, Guillermo hace una pausa. Agarra uno de sus celulares y llama a un amigo.
─ Me hablas en voz baja, seguro estabas durmiendo. Cámbiate y venite a desayunar. Tengo que proponerte algo y quiero que el primer privilegiado seas vos. No tardes. Cualquier cosa hablas con el Gato (un amigo que estaba ahí) que es lo mismo que conmigo.
Debajo del sistema de ventilación central, me llama la atención un módulo cromado. En el centro está dispuesto un televisor led. Sobre él un portarretrato múltiple con fotografías de el con los distintos integrantes de Buenos Muchachos (programa en el que trabaja y es emitido los sábados por C5N). A la derecha hay fotografías con amigos y con su hija más pequeña Elizabetta. A la izquierda se destacan dos fotografías de Guillermo con sus padres.

─ (Me describe con tono preciso cómo está compuesta su familia, de pronto el registro de su voz es toda pasión) Mi mamá y mi papá, pilares de mi vida.

“Guillote”, este hombre que no dejo de privarse de los grandes placeres, en un instante me muestra la inocencia, la ternura y la candidez de un niño a la hora de hablar de sus padres, me transmite un amor único e irremplazable. Descubro su fortaleza, su filosofía de vida.

─ Los padres todo lo hacen por uno y los hijos no hacen lo que los padres hacen por sus hijos. Yo, como hijo hice más por mis padres que por mis hijos. Mis viejos me hicieron estudiar, me mantuvieron cuando era pequeño. Cuando en mi casa había que laburar porque no alcanzaba el dinero yo seguía estudiando mantenido por ellos. Cada vez que tenía un problema los encontraba, no se me escapaban ¿Cómo compense? Cuando crecí en lo profesional, en lo personal, en lo general de mi vida, les devolví dándoles confort, haciéndolos viajar y acompañándolos, asistidos en su casa hasta el día que murieron. No fueron a la casa de ancianos. Mis viejos lo máximo, mis amigos lo máximo, mis hijos lo máximo.
Mientras Marta finaliza la mano izquierda, su amigo el Gato está sentado tomando una coca y lee los diarios. Me da la sensación que escucha la charla. Observo los gestos y ojos de Guillermo. Extraña a sus padres, me contagia un amor profundo que me hace pensar en los mios y comparto todo lo que dice. Sin embargo, cuando establece un orden en los afectos, me sorprende. Aunque a simple vista, prestando atención a la sala donde nos encontrábamos el orden enunciado se visibiliza en la disposición que las fotografías mantienen en el mobiliario.

─ Te di un orden, que están en el mismo nivel pero te di un orden. ¿Por qué te digo esto? Yo amo a mis hijos. Los tiempos cambiaron, los hijos no son lo que éramos nosotros. No quiere decir que sean mejores o peores.  Yo lo noto con los míos, que me aman, pero lo noto. Yo ya tengo mis años y yo a mi edad a mis viejos no les generaba ningún tipo de conflicto. Mamá, ¿querés ir a Japón?; mamá, ¿querés ir a Egipto?; ¿qué querés conocer?; papá, ¿estás cómodo dónde estás?, ¿querés dejar de trabajar? Trabajaron los dos hasta grandes. Yo te ayudo… Te doy confort… No lo hagas… Vos me dirás, porque pudiste. Pude rompiéndome el culo, porque herencia yo no recibí ninguna. Sigo laburando hasta el día de hoy, levantándome temprano.
El gato interrumpe antes de que termine la última frase para señalar ‘el buen uso del lenguaje’ Los dos se rien. Reflexiono en voz alta que entiendo lo que quiere decir y lo comparto. Guillermo Coppola rompe mis prejuicios mientras transcurría la charla, me di cuenta que  compartimos el amor por el otro, el dar y recibir, la solidaridad como un valor fundamental en la vida, ya no lo sentía tan lejano.
Entran en la sala su mujer Corina y su hija Elisabetta. Ella tenía un vestido largo de varios colores, a simple vista se ve una mujer sencilla, afectuosa y hermosa. A la niña la llaman ‘reina Elisabetta’, vestía un pijama lila. Su mirada curiosa frente a una extraña (yo) me genero ternura. Corina le pregunta a Guillermo cómo será la mañana. Le informa que vendrá Damián (el amigo que faltaba para hablar con el Gato) a desayunar. Me ofrece tomar algo y bromeamos en que podía ser agua de la canilla. Corina va hacer el desayuno: Café con leche y medialunas para Guillermo, Martha, Elisabetta y el Gato. Martha comienza a finalizar la manicura para seguir con los pies.
─ (Mientras esperamos el desayuno, se acomoda en el sillón y manda algunos mensajes de texto) Te voy a contar una primicia. Mi hija Camila (La tercera de sus cuatro hijos) está en su viaje de fin de curso por la primaria en Carlos Paz.  Le hice una cartita que después le van a leer en el viaje, es una sorpresa de los padres. Estoy seguro, por ahí me equivoco pero los padres van a escribir ‘Te amo’; ‘Te amare’; ‘Me muero’. Yo le puse: Hija disfruta de tu viaje junto a amigos y compañeros, inicias en poco tiempo una nueva etapa en tu vida. Vivila al taco. Lejos de las tentaciones, lejos de la envidia, lejos de los celos. Si de alguna manera entendes esto, vas a tener una vida feliz. Métele actitud, métele energía a todo. Vas a tener altos y bajos pero siempre con la frente alta producto de la honestidad que tenes que desarrollar a lo largo de tu vida.  Besos papá.

Me asombraron sus palabras, su contenido. Me preguntaba si una niña de 12,13 años entendería todo lo decía. Él sabe que con lo que escribió no hacía falta poner ‘te quiero’. En el acto de enseñar y pregonar valores, lo está haciendo.
Corina trae el desayuno. Guillermo me insiste en que coma alguna masita dulce. Espero con timidez a que él comience. Su mujer me sirve en una copa agua fría. Agarro una de las servilletas blancas con lunares negros para no ensuciar. Las masitas se veían y eran muy ricas, la manera en la que estaban dispuestas en el plato redondo era muy armoniosa. La medida de café para Guillermo y Marta era normal, eran expresos.  Corina se queda un momento a desayunar con nosotros, mientras ‘Guillote’ vuelve a tomar la palabra para contarme su rutina.
─ Me levanto todos los días a las seis de la mañana. Si ella me acompaña (Corina) corro por el barrio (Palermo), pero cada vez me acompaña menos porque tiene su personal trainer y tiene su gimnasio. Yo tengo la cinta. Muy tempranito a la mañana hago una previa ducha. Soy un tipo que vive bajo el agua, no sólo fumo bajo el agua (En el tercer estante del modulario hay una foto de él fumando un habano bajo el agua) Con esto quiero decirte que me levanto, me baño y hago una hora y diez de cinta. Mientras leo los diarios o veo las noticias. De ahí voy al balcón (Tiene una hermosa vista que contempla la embajada de Estados Unidos, la Avenida del Libertador en todo su esplendor y la fuente que alberga el monumento a los españoles) y tomo 20 minutos de sol, me como un yogur o tomo leche con vainillas. Después voy al baño más importante del día, el de las ocho y media de la mañana y salgo a la cancha. De ahí voy a reuniones, al trabajo. Yo soy director de marketing deportivo en una empresa muy importante. Se dio esto de la televisión en C5N(El programa Buenos Muchachos emitido los sábados por la noche) Un cañal que nos da mucha libertad. Es un muy buen programa con humor sano. Un grupo de amigos que no quiere ser más que otro. Pero lo más importante que hago es levantarme y vivir, bien, agradezco la posibilidad de estar levantado.

En el momento en que cuenta que “vive bajo el agua”, viene a mi cabeza la imagen del panteón griego. Zeus ronda mi pensamiento… El dios de los dioses y la potencia de su líbido… pero Guillermo ¿es sólo pulsión? Es la tercera vez que estoy frente a él y descubro que hay en este hombre mucho más que esa trillada imagen mediática… Una verdadera filosofía del disfrute, de saber saborear la vida… Siento que estoy ante “Dioniso Coppola”. El dios que invierte el orden establecido para encontrar en todo resquicio de la vida un sentido para “potenciarse como ser”… Y delante de mis ojos, Marta comenzaba a trabajar sobre el pie izquierdo, que apoya sobre una almohada cubierta con una toalla blanca. Este olímpico  tiene ojotas doradas con calaveras negras y flores. Su piel está bronceada. El color salmón de su short resalta aún más el bronceado de su piel. La remera gris combina con una llamativa pulsera que tiene una piedra de san expedito. Me sorprendo. La fé es otro motor de su vida.

─ Yo a la iglesia no voy a pedir, voy a agradecer. Soy devoto de San Expedito todos los 19 estoy ahí. Cada vez llevo más gente, hacemos un papelito que pasamos por la imagen del santo. Ahí pedimos por la salud por aquellos que la necesitan. No pedimos el gran negocio, ni la gran conquista económica, ni que Boca salga campeón, ni conquistar a la mujer más linda. Un chico del grupo de mis amigos tuvo una nena con un transplante, veintisiete operaciones. Fuimos al santo, estaba en emergencia nacional, pero se moría la chiquita. Entonces un 19 le dije vamos a San Expedito con una foto de la nena. El 21 llego el intestino, la operaron, salió y esta  bárbara. Esto fue hace un año y medio. Cada vez vamos con más fe, colaboramos con la iglesia. Esas son las cosas que a uno lo reconfortan. Además de ver una buena película, de tomar un buen vino.
Guillermo hace un culto de la amistad. Ese es su otro pilar. El dar y el recibir lo describen. Su devoción por los amigos, impresiona y enamora. Se desvive para dar una mano. Disfruta ser el amigo de sus amigos. Su táctica y estrategia es desplegar toda la potencia de su ser para “enamorar” y hacer feliz al otro.

─ Deci que yo ya estoy retirado pero conquistar una linda chica, seduciendo. Yo siempre seduzco. Al amigo, al de la charla, al de TEA, al chofer del taxi. Seduzco. Me encanta. Es seguramente una materia que aprobaría con un 10. Ella es la mujer que más amo (Corina acota “¿la que más amo?” o sea que tenes otras)
Guillermo cuando habla de la seducción, deja de estar distendido en el sillón y adquiere una posición erguida y firme, se muestra seguro y está convencido de que esa virtud es su fortaleza. Deja ver una profunda una introspección. Bucear en su persona es parte de su equilibrio.

─ Lo que más me hace feliz es haber logrado las cosas que me propuse. Haber estudiado. Yo era un vago. Mujeriego. Hice la primaria y la secundaria porque se lo había prometido a mi vieja. Dije nunca más estudio. Después el presidente que yo tenía en el banco en el que trabajaba me dijo que era una pena que no fuera a la facultad y fui convencido de que no la terminaba. Raro en mí porque todo lo emprendo lo logro. Conquiste a la secretaria del decano, muy linda, me ayudó mucho. Cristina, no me olvido más. 10, 10, 10… empecé con la ayuda de ella. Me recibí en licenciado de Administración de Empresas.

Guillermo agradece en cada oportunidad la existencia de sus padres. Que le hayan insistido en estudiar, en haberle forjado valores imborrables, en haberlo apoyado y ayudado en todo lo que le ocurría. Que aunque eran humildes, no le falto nada. Con sus ojos muestra que ese vínculo es de amor puro. Conmueve y apasiona. ‘Guillote’ tierno, aparece una y otra vez.

─ Nosotros éramos una familia humilde, de laburo. Yo hubiera querido jugar al fútbol. Yo digo que hay que vivir lejos de la envidia, del celo. Pero si a mí me decías de jugar al fútbol… Yo hubiese querido ser futbolista, no se me dieron las condiciones. Me hicieron estudiar, yo estaba muy enojado. Mi vieja me hizo prometerle que iba a terminar el secundario. Después empecé a hacer muchas horas extra en el banco, tenía 20 años, y con los ‘sopes’ un auto, cuatro novias, tenía una vida intensa y divertida. ¿Qué me iba a poner a estudiar? El presidente del banco me mando.
La sabiduría de Coppola se asienta en su capacidad de transformar el obstáculo en beneficio para sí mismo. Lo que Guillermo me deja ver es el don de metamorfosis que alimenta a su persona. El fútbol “prohibido” se le presenta como un camino a explorar de manera azarosa.

─ En el fútbol empecé con Pernia en el año 1974 porque el presidente del banco era de Tandil, Pernia era de Tandil. Entonces llego un chico de su pueblo, de su ciudad para que lo atienda. Me lo hizo atender a mí.  Nos hicimos amigos. Es padrino de mi hija Natalia, la mayor, que tiene  38 años.
La lectura de los mitos griegos nos revela la distancia que este pueblo vio y enseñó a occidente que se establece entre el mundo de los humanos y lo divino. En nosotros como hombres radica la posibilidad de considerar que estos espacios se encuentran fatalmente escindidos o se abre allí la posibilidad de alcanzar la plenitud. Coppola elige por atrapar la fatalidad como “condimento” humano que permite la felicidad.

─  Todos tenemos cosas para arrepentirnos. En algún momento haberme relacionado con la droga. Yo siempre fui un tipo de gran cuidado pero igual negarlo sería falsear y no tengo porque hacerlo. Hacerme el “Francisco” porque hay muchos que sí  que caretean negando. Te miran de arriba y escupir para arriba, no se puede porque te vuelve. No entiendo aquellos que se sienten más sanos por que dicen no conocer el color de la droga. A lo mejor tienen otras…  O hábitos más complicados. La droga es uno de los peores, de todas maneras hay otros que son indudablemente un mal. Pero la pedofilia, la violación, la agresión, la violencia todo eso es irreparable, eso es peor que la otra enfermad. Por eso escupir para arriba no escupo. Me arrepiento haber rozado eso innecesariamente y como una pelotudes. Yo soy un tipo que me quiero mucho y bastante analítico de las cosas. Eso demostró que tan inteligente no soy y me pareció una boludes.

Marta termina con los pies. Le pone crema. Empieza a finalizar este último encuentro. Descubrí un tipo con códigos, con valores irrefutables. Puedo decir que me transmitió un profundo respeto, algo que para él es sagrado, el respetar y ser respetado. Se define como un amigo de sus amigos, auténtico, que ha vivido buenas y malas. El amor, la alegría y el disfrute están encarnados en él. Este Dioniso contemporáneo tiene muy claro que “La manía es más bella que la sophrosýne, porque aquella nace de los dioses”. 

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